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Orcos, las tribus guerreras

Poco se ha escrito y poco se conoce de este pueblo de criaturas feroces. A lo largo de la historia, las invasiones orcas del este han sido pocas pero cruentas. La primera ocurre en el año 525, cuando atacaron Koraan en gran número, donde hicieron grandes estragos, destruyendo ciudades y fortalezas y hombres, y poniendo cerco a Madriia, la capital de Koraan; después de haberla sitiado por mucho tiempo, la tomaron y pasaron a sus habitantes a cuchillo. No olvidemos que los orcos comen la carne de cualquier criatura. Cuando se viajaba a través de esa tierra en aquellos tiempos se encontraba por doquier innumerables calaveras y huesos de hombres muertos tirados por el suelo. Madriia era una ciudad muy grande y densamente poblada, pero quedó reducida casi a la nada.

No deja de ser sorprendente que pocos años después Madriia se levantara orgullosa de sus cenizas y Koraan sea un imperio fuerte y en expansión, pero los orcos rara vez han sido capaces de consolidar sus conquistas, y una vez saqueada una región la abandonan para volver a las montañas y cuevas que resultan ser su habitat natural.

Desde el 525 otras invasiones se han producido, afectando cada vez a territorios más al norte (556, 578 y 598, llegando esta última a consolidar territorio en las montañas Norhs, al este de Idria, donde se sabe que hay establecimientos permanentes de los orcos que antaño no existían). Tanto Idria como Koraan sufren estas invasiones sin apoyo alguno (los illios de momento han tenido más suerte), mientras las demás naciones observan si el muro idrio-koraanes aguanta sin perturbarse. Ambas naciones se han forjado en la guerra durante estos años, y se han vuelto tanto más duras como crueles. O eso dicen en occidente.

El orco es una criatura de alrededor de metro y medio, fornida pero encorvada, de facciones brutales, creciéndoles pelo, colmillos o cosas peores en lugares insospechados para otras especies. Su color suele variar entre el grisaceo o el marrón. Sus orejas son puntiagudas, a la manera de los elfos. Se suelen perforar la carne para introducirse abalorios a la manera de adornos, parece ser con un sentido intimidatorio. Su armamento suele ser improvisado o artesanal pero efectivo. Tienen habilidad para trabajar la madera, el cuero, la piedra o el hueso. El armamento de metal suele ser incautado y, como es previsible, le tienen gran aprecio. Por otro lado, se conocen casos de hechicería primitiva o chamánica entre los orcos, así como cierta afinidad con otra criatura temible de las montañas: los trolls. 

Los orcos se constituyen como sociedad en tribus de pequeño tamaño, lideradas por un caudillo o señor de la guerra. Su sociedad parece primitiva, no trabajan el metal ni practican el comercio, ni se conocen que cultiven la tierra. Como pueden a juntar ejércitos tan numerosos no parece tener sentido para pesadores y filósofos. Nadie ha vivido nunca entre ellos, por la sencilla razón de que no es posible durante mucho tiempo: el que tarden en capturarte, hervirte y devorarte.

Cuando los orcos van a la guerra, son varias tribus las que lo hacen, pero no está claro que o quien las unifica y con que motivos, más allá del afán destructivo que de natural acompaña a estas gentes. Algunos apuntan a cuestiones demográficas, otros a una o varias mentes oscuras que mueven los hilos, otros hablan de magia y muchos ven en la Gran Grieta el origen de todo lo que sea orco, aunque parece explicación insuficiente.

La Gran Grieta es un lugar que pocos mortales que no sean orcos han visto. Algunos dicen que tiene un kilómetro de ancho y una profundidad insondable y oscura. No la cruza puente alguno y corta el continente de norte a sur. Llegar hasta ella implica cruzar kilómetros y kilómetros de territorio orco, además de abrupto y desolado. En los mares no parece continuar la grieta, pero son temidos sus ciclones y maremotos y pocos navegan esas aguas más allá del mar de Samiri.

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