Piratas de las Mil Islas
La piratería es de largo el negocio más lucrativo de cuantos se practican en las islas al otro lado del estrecho de Navara. Sus habitantes tienen tan asimilado, desde hace siglos, en su cultura y en sus costumbres el hábito de saquear desde los barcos, sea a otros barcos o a poblaciones costeras, que les resulta tan natural como el comer o el beber.
No todos los isleños son piratas, de hecho una minoría viven de la piratería, normalmente los más audaces y aptos para el combate, pero la actividad de éstos se prolonga como una onda en toda la economía de las islas, en forma de reventa de productos saqueados, construcción de naves y barcos, siempre ágiles y rápidos como marca la demanda, fabricación de armas y municiones como dardos, flechas y virotes, y prestar servicios a los piratas al regreso de sus expediciones, en forma de tabernas, posadas, burdeles y otros establecimientos que pudieran demandar los piratas. Por supuesto, los isleños cultivan alimentos y crían ganado, y en general podrían malvivir con lo que produce la tierra, pero la piratería les da ese plus que tanto les satisface.
Para conocer los excesos de los piratas tras la captura de un buen botín, nada mejor que la descripción de un visitante anónimo de Puerto Libre en su relato sobre sus costumbres "Mil veces náufrago": "El vino y las mujeres menguaban su riqueza hasta tal punto... que algunos de ellos llegaban a ser reducidos a la mendicidad. Se sabe que han llegado a gastarse hasta 200 o 300 piezas de plata en una noche; y uno dio 50 a una prostituta [sólo] por verla desnuda. Acostumbraban a comprar un tonel de vino, ponerlo en una calle, y luego obligar a todo aquel que pasase a beber."
Las poblaciones de Isade y Falsat son auténticos nidos de piratas. Para pertenecer a una cofradía de piratas suele ser necesario ser isleño de nacimiento, si bien se conocen notables excepciones. Lo que muchos desconocen es como funcionan esas sociedades de piratas. Lo cierto es que tienen una organización democrática, eligen o destituyen a su capitán y votan sobre qué rumbo seguir o qué barco atacar. Estos forman una asamblea en la que se vota y todos tienen los mismos derechos. Existe un código de comportamiento que todos los piratas firman y donde se establecen las normas y las compensaciones en caso de quedar discapacitado en una acción de combate.
La conocida imagen del pirata con un ojo tapado parece ser que es una manera de evitar el mareo a base de limitar la visión de profundidad. En cuanto a los castigos que aplican, uno de los peores es el abandono en una isla desierta. Sin embargo, parece que hay piratas que no lo son de hecho. Cualquier persona fuera de la ley o que se enfrenta al poder establecido puede ser tratado como tal. Fruto de ello, se producen hechos curiosos como, por ejemplo, la sociedad independiente calana que se creó en la isla de Monresat, en el sur de las islas. Los isleños los llaman directamente calanos, pues no los consideran piratas, ni dignos de merecerlo. Estos calanos se tratan entre sí con maldad y responden a un único y brutal líder. Además, acogen a todo desgraciado que quiera unírseles, sin importar su origen o situación.
Las normas de la Cofradía tradicional, exceptuando a los calanos, son:
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Se prohíbe todo ejercicio de patria o religión.
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Queda prohibida la propiedad individual de todo elemento de trabajo (barco, armas, enseres,...).
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Se puede abandonar la hermandad en cualquier momento.
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Todos los hermanos son iguales entre sí.
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Un "cofrare" escoge un compañero y, en caso de muerte, este se convierte en el heredero.
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En caso de invalidez, se cobran indemnizaciones.
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Los beneficios del pillaje se reparten a partes iguales entre la tripulación.
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El órgano máximo de gobierno es la asamblea, donde cada tripulante tiene un voto. Las decisiones, una vez tomadas, son inapelables.
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Las faltas leves, como peleas o desobediencia, se castigan con un número determinado de azotes. Las faltas graves -robo, delación o asesinato- se castigan con la ejecución, la amputación de las orejas o la nariz o con "maroneo" (abandono de alguien en una zona o isla deshabitada).